Felices superpoderes. Feliz superverano.

Recuerdo que hace un par de años andaba yo haciendo una romería cerca de Manresa con alumnos de mi cole cuando un grupo de adolescentes, quizá escapados del instituto, que pasaba el día en el parque junto al lago se muestran sorprendidos de ver a un a un hombre vestido de negro bajo un sol abrasador. Reconocen a los alumnos, reconocen a los maestros, pero a ese que viste de negro no lo sitúan. Por fin, deciden echar a suertes para ver quién de entre ellos se me acerca a preguntar: Parece que le ha tocado a la mona de las trenzas.

-Y tú qué eres?

-Soy el mossèn

-Y qué es el mossèn? 

Ya está hecha la pregunta. Las miradas de los ocho o diez recaen sobre mí, y todos quedan a la espectativa esperando una respuesta.

En ese momento mi cerebro se pone velozmente en marcha para encontrar una explicación sencilla y rápida que deje satisfecha la curiosidad de este grupo de chavales jóvenes, de manera que entiendan quién soy, cuál es mi función, y que al menos se queden con la idea de que este sacerdote joven no está loco y que puede tener cabida en el mundo en el que ellos viven. 

Antes de responder, pienso que la ignorancia que deben tener sobre cuestiones religiosas es casi total, y que mi contestación quizá sea una de las primeras experiencias que tienen en sus vidas con un hombre de Iglesia, por así decir.

Intuyo que de nada me van a servir en ese momento los estudios de teología, por lo que decido recurrir a lo que parece que el Espíritu Santo me pone en los labios.

-"una persona que viene del ciberespacio"... digo con total seguridad acompañada de una sonrisa. Tras una primera reacción de sorpresa, compruebo que siguen escuchando con interés. Les explico soy un ser humano con superpoderes, una especie de superhombre que puede hacerlo todo. Y brevemente les cuento que soy de aquellas personas que puede mover montañas (remover obstáculos), curar enfermedades (del cuerpo y del alma), que si algo del pasado no me gusta lo puedo borrar como si no hubiera existido (confesión), que puedo ser como Dios (porque somos otros cristos), que puedo estar a la vez en muchos sitios distintos del cielo y de la tierra (por la comunión de los santos), etc.

No sé si alguno de ellos pensó que definitivamente estaba loco de remate... Pero tampoco sé si alguno de ellos pensó para sus adentros: "Dios! Yo quiero ser uno de ellos!"

En cualquier caso me sentí un hombre con superpoderes, y no veas la sonrisa que se me puso en la cara. 

¡Qué orgullo más grande ser cristiano! ¡Porque Jesús esta vivo, porque vive en nosotros y entre nosotros! 

¡Feliz verano cristiano! Felices superpoderes. Feliz superverano.

Mn. Miguel García Manglano