PREAMBULOS DE LA FE
(4ª Part)
9
Y aquella noche, ¿Por qué te allanaste? -No lo entendía.
¿Salvarnos? -Yo no necesito que nadie venga a salvarme -creía
porque no creía en tí-,
Un tirón de orejas recibimos, antes o después,
cada uno, y colectivamente aún,
que nos descubre esa contingencia inherente a la existencia,
en parangon a la de tu vivir ceniciento, por cierto,
por más que la decoremos, la adecuemos, la adecentemos;
una existencia siempre al fin rota.
Pretendieron romper la tuya, sin lograrlo;
dejaste atrás la noche sepulcral
y al amanecer habías partido, sin romper,
sin romper ni con los tuyos ni conmigo
cuando, de nuevo, tu vivir ha vuelto para interpelarme.
Porque volviste. Porque tenías que volver.
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